Violencia obstétrica en España: lo que no se nombra, no existe.

21 septiembre 2021

AUTORES

  1. Nuey Alba Montero Sanz. Licenciada en Periodismo.

 

RESUMEN

Las mujeres vienen sufriendo distintos tipos de violencia -física, simbólica, sexual, institucional…- desde hace siglos. La violencia física, la más evidente, es solo una pequeña parte de un discurso misógino y machista que atraviesa todo el sistema para rebelarse como estructural. La existencia de la violencia obstétrica -aquella que se ejerce sobre la mujer durante el embarazo, el parto y el puerperio- sigue siendo cuestionada a pesar de las voces de cientos de mujeres que, individualmente o a través de diversos colectivos y asociaciones, la vienen denunciando desde hace décadas. Las iniciativas públicas institucionales para luchar contra esta realidad son puntuales y no han arraigado en el entorno sanitario, que opera desde una postura paternalista y androcéntrica y que se muestra reacio a hacer autocrítica y a integrar ciertas recomendaciones en la praxis.

 

PALABRAS CLAVE

Violencia obstétrica, violencia de género, salud sexual y reproductiva, parto.

 

ABSTRACT

Women have been suffering different types of violence -physical, symbolic, sexual, institutional… – for centuries. Physical violence, the most obvious, is only a small part of a misogynistic and macho discourse that runs through the entire system to rebel itself. The existence of obstetric violence -that which is exercised on women during pregnancy, childbirth and the puerperium- continues to be questioned despite the voices of hundreds of women who, either individually or through various groups and associations, have been denouncing it for decades. Institutional public initiatives to combat this type of violence are specific and have not taken root in the healthcare environment, which operates from a paternalistic and androcentric stance and is reluctant to make self-criticism and to integrate certain recommendations into practice.

 

KEY WORDS

Obstetric violence, gender-based violence, sexual and reproductive health, birth.

 

INTRODUCCIÓN

Lo que no se nombra, no existe. Es una máxima ético-filosófica que hace referencia a que aquello a lo que no se pone nombre, de lo que no se habla o debate, no se reconoce y, por tanto, no existe. Contra las mujeres se ejercen distintos tipos de violencias. La más evidente -y, por ello, más difícilmente cuestionable- es la física, que suele ser también aquella en la que culmina la espiral del resto de tipos de violencia, de entre las que destaca la simbólica. Esta se refiere a aquella que no se ve pero que legitima toda la estructura de poder que coloca, en este caso, al personal sanitario en una posición de autoridad y a la mujer gestante, en otra de dependencia y pasividad.

La violencia obstétrica es una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud (predominantemente médicos y personal de enfermería) hacia las mujeres embarazadas, en la labor de parto y el puerperio. Constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres1. También puede definirse como tal el acto de ignorar la autoridad y la autonomía que las mujeres tienen sobre su sexualidad, sus cuerpos, sus bebés y sus experiencias de gestación y parto. Es también el acto de ignorar la espontaneidad, las posturas, los ritmos y los tiempos que el parto requiere para progresar con normalidad. Y es, además, el acto de ignorar las necesidades emocionales de la madre y del bebé en cualquier momento del embarazo, del parto y del posparto inmediato2.

 

Hace décadas que muchas mujeres -en España y en el resto del mundo- empezaron a denunciar ciertas prácticas de abuso, humillación, destrato e invisibilización que habían sufrido durante el proceso del parto, e incluso antes y después de éste. Algunas asociaciones como El Parto es Nuestro llevan tiempo trabajando por la humanización de la experiencia de dar a luz en nuestro país. Algunas de las reivindicaciones que hacen tienen que ver con el derecho a la información y a la toma de decisiones antes, durante y después del alumbramiento, con la exigencia del consentimiento informado antes de cualquier práctica y con un trato más humanizado2 en estas situaciones específicas, en las que la mujer se siente especialmente vulnerable.

Una parte de este tipo de violencia se describe como simbólica3 y es estructural2 , es decir, es transversal en todo el sistema y tiene, también, en algunos casos, su reflejo en la dimensión física o fisiológica; concretamente en prácticas de las que se abusa o que son innecesarias en muchos casos (cesáreas, episiotomías, administración de oxitocina, maniobra de Kristeller).

Desde algunos sectores del ámbito sanitario niegan que esta violencia obstétrica sea una realidad y argumentan que las prácticas que se realizan tienen como único objetivo el bienestar de las pacientes4. Como contraste, en 2020 el Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) reconoció la denuncia de una mujer que alegaba haber sufrido prácticas abusivas durante el parto sin consentimiento ni información5, “una forma de violencia de género reconocida por la ONU”5, y que le causó problemas psíquicos y fisiológicos después de dar a luz5.

 

OBJETIVO

Revisar cuáles son el paradigma y el discurso oficial sobre la violencia obstétrica en España desde una perspectiva crítica, con el fin de evidenciar que ésta sí existe. La intención es visibilizar una realidad que no es reconocida porque se ha normalizado, pero que no cumple en algunos casos con los estándares profesionales que marcan las instituciones oficiales ni la Ética.

 

MATERIAL Y MÉTODO

Se han realizado búsquedas de información en las plataformas de PubMed, Scielo y DialNet, así como en algunos medios de comunicación de referencia, por el impacto que el tema ha tenido en la agenda social y política del momento. Los términos utilizados para realizar la búsqueda han sido ‘violencia obstétrica’, ‘mujer’, ‘salud sexual y reproductiva’.

 

RESULTADOS

La violencia obstétrica es una forma más de violencia ejercida contra las mujeres que incluye una parte simbólica, y otra física, la más evidente. La violencia simbólica es sutil, quien la sufre no es consciente de ser víctima de ella y, además, tiene que ver con una relación de poder asimétrica, donde hay una parte con autoridad que ejerce el control sobre otra parte, que es pasiva y sumisa3.

Efectivamente, lo que vienen denunciando muchas mujeres, asociaciones y profesionales -haciéndose eco en los medios de comunicación a menudo4, 5, 6, 7– es que el actual modelo sanitario tiene un enfoque biomédico. Esto implica que es el personal sanitario quien tiene el conocimiento y la autoridad para tomar decisiones sobre los procesos que está experimentando la paciente, a quien se considera un sujeto no autónomo, sin capacidad para decidir3. Este modelo tiene una estructura de poder muy marcada y ejerce el control sobre la mujer, a la que considera una persona enferma3. Sin embargo, tanto el parto, como el embarazo -al igual que muchos otros procesos que experimentan las mujeres, como la menstruación, la menopausia, etc.- son procesos fisiológicos y naturales que, en la mayoría de los casos, no requieren de tanta instrumentalización9.

 

El Observatorio contra la Violencia Obstétrica, de la asociación El Parto es Nuestro, realizó un informe2 basándose en una encuesta realizada a casi 2.000 mujeres, cuyos resultados muestran que este tipo de violencia es una realidad en muchos centros sanitarios. Los principales datos reflejan que en más de la mitad de los casos (50,7%) las mujeres no fueron informadas de la práctica que se les iba a realizar (episiotomía, inducción, maniobra de Kristeller…) y en algo más de la mitad de los casos (50,1%) no se solicitó su consentimiento. En un 65,8% el plan de parto no fue respetado y a un 74,7% de las mujeres no se les dejó decidir en qué postura dar a luz2.

Además, en el informe destacan que en un 70,3% de los casos el personal sanitario que asistía no se presentó al entrar en la habitación, ni especificó su categoría profesional. En un 66% de los casos no se pidió autorización a la usuaria para ser tratada y un 40% de las encuestadas señala que las formas con las que los sanitarios se dirigieron a ellas no fueron profesionales ni correctas. Por último, más de un tercio (35,9%) señala que han necesitado o necesitarían ayuda psicológica para superar la experiencia de su parto2.

 

CONSENTIMIENTO INFORMADO:

El consentimiento informado está considerado un derecho humano fundamental por la ONU10 y el hecho de que no se solicite a las mujeres antes de ser intervenidas constituye una violación de derechos que puede ser motivo de demanda ante los Estados y sus sistemas sanitarios10. Las mujeres, como sujetos activos de derecho, deben poder tomar decisiones con toda la información disponible sobre sus procesos médicos y sobre su cuerpo. En muchos casos, el consentimiento informado se solicita cuando la mujer está a punto de entrar en el paritorio, cuando tiene contracciones o cuando está entrando al hospital, situaciones en las que para ellas resulta más complejo atender aquello que no sean los procesos que está experimentando en esos momentos10. Es decir, que el consentimiento informado o no se solicita, o, si se hace, es de manera incorrecta, ya que también hay mujeres que denuncian que no fueron correctamente informadas de las consecuencias o efectos de determinadas prácticas, o de todas las opciones disponibles2.

 

CAUSAS:

Esta situación tiene su origen en cuestiones culturales que enlazan directamente con el heteropatriarcado que atraviesa nuestra sociedad. La mirada androcéntrica que tiene el sistema se refleja también en el ámbito sanitario, con esa jerarquía de poder tan marcada que afecta no solo a la relación médico-paciente, desde el paternalismo, si no también entre los propios profesionales10. Desde esta visión, la mujer carece de la capacidad y la autonomía suficientes para tomar sus propias decisiones; esto justifica, dentro del modelo, el control y la autoridad que detenta el personal sanitario.

Además, existe un constructo cultural que establece que el parto es un proceso doloroso y complejo y que cualquier medio es justificable con tal de traer al mundo a la criatura, sin importar los costes físicos ni emocionales de la mujer10. Esta creencia socialmente legitimada3, y directamente relacionada con la falta de información de las mujeres, es la que dificulta que éstas detecten que han sufrido violencia obstétrica.

España es uno de los países más intervencionistas en materia de salud9. En nuestro país se supera con creces el porcentaje de cesáreas recomendado por la OMS (en torno al 10% y nunca más del 15%). En muchos casos, el abuso de esta instrumentalización -ciertas prácticas extraordinarias se han convertido en rutinarias9 – tiene que ver con el miedo, o con un deseo de prevención de daños mayores por parte de los médicos. Es incuestionable que la ciencia médica ha mejorado la calidad de vida de las personas, pero en ciertos casos la sobremedicalización se ha convertido en práctica habitual. Y la evidencia científica niega que un mayor intervencionismo en el embarazo, parto y lactancia mejore los resultados médicos9.

 

La falta de presupuesto o de recursos es otra de las razones que explican, en parte, esta realidad. Pero está claro que mejorar este aspecto no siempre es una prioridad para los Gobiernos10. La existencia de leyes obsoletas discriminatorias10 o incluso la ausencia de una normativa donde se regule concretamente la violencia obstétrica -como es el caso de España- también influye en que la realidad sea la que es.

A mediados de 2021 el Gobierno anunciaba que incluirá la violencia obstétrica en la reforma de la Ley Orgánica 2/2010 de Salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo11, 12. El tiempo dirá en qué cambios se traduce esta regulación, pero no cabe duda de que en los protocolos sanitarios hay que incluir cuestiones como la reducción de la instrumentalización de los procesos médicos para despatologizarlos3 e implementar medidas que garanticen el cumplimiento de dichos protocolos en cuanto al consentimiento informado; realizar una escucha activa y respetuosa hacia las pacientes para que se sientan dueñas y protagonistas de sus procesos corporales y emocionales es otra de las demandas que hacen las mujeres. Y es urgente, también, formar al personal sanitario para que disponga de recursos a la hora de interactuar con las usuarias, de manera más humanizada y eficaz13.

 

CONCLUSIONES

La violencia obstétrica es una más de las violencias que se ejercen contra las mujeres. Aunque hay sectores dentro del ámbito sanitario que niegan su existencia, los datos y testimonios de usuarias, asociaciones y, también, de profesionales del sector son incontestables1 y muchas no dudan en incluir dentro de la violencia de género. Está claro que la falta de recursos y de regulación legal perpetúan esta situación, pero creemos que se trata fundamentalmente de un problema cultural, socialmente legitimado desde el patriarcado y el androcentrismo. Es fundamental, por tanto, formar a los profesionales para que cambien su praxis; pero, sobre todo, es determinante educar a niños y niñas en igualdad de género, para que ellas se sientan sujetos de derecho y ejerzan su autonomía personal en todos los ámbitos de su vida. Y para que ellos crezcan, no como detentores del poder y el control sobre el otro, si no como personas en igualdad de condiciones a las mujeres. Es fundamental generar discursos donde todos los miembros de la sociedad estén representados, sean visibles y sean reconocidos de manera equilibrada, para poder construir una sociedad realmente igualitaria.

 

BIBLIOGRAFÍA

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  2. El Parto es Nuestro [Internet]. El Escorial: El Parto es Nuestro; [acceso 2 de septiembre 2021]. Observatorio de la Violencia Obstétrica [4 pantallas]. Disponible en: https://www.elpartoesnuestro.es/sites/default/files/public/OVO/informeovo2016.pdf
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  6. Borraz, M. Requena Aguilar, A. Una red de activistas, abogadas y matronas para romper el silencio de la violencia obstétrica. El Diario.es. 19 junio 2021. Disponible en: https://www.eldiario.es/sociedad/red-activistas-abogadas-matronas-romper-silencio-violencia-obstetrica_1_8051020.html
  7. Requena Aguilar, A. Matronas y expertas responden a los colegios de médicos: “La violencia obstétrica existe”. El Diario.es. 22 julio 2021. Nidos. Disponible en: https://www.eldiario.es/nidos/matronas-expertas-responden-colegios-medicos-violencia-obstetrica-si-existe_1_8160044.html
  8. García, E. M. Eva Margarita García: “Mientras no exista perspectiva de género en la Sanidad resultará difícil superar la violencia obstétrica”. El Diario.es. 14 junio 2021. Nidos. Disponible en:
  9. https://www.eldiario.es/nidos/eva-margarita-garcia-no-exista-perspectiva-genero-sanidad-resultara-dificil-superar-violencia-obstetrica_1_8028188.html
  10. Al Adib Mendiri M, Ibáñez Bernáldez M, Casado Blanco M, Santos Redondo P. La violencia obstétrica: un fenómeno vinculado a la violación de los derechos elementales de la mujer. Med. leg. Costa Rica [Internet]. 2017 Mar [acceso 1 septiembre 2021]; 34(1):104-111. Disponible en:
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  14. Ministerio de Igualdad [Internet]. Madrid: Instituto de las Mujeres; 26 mayo 2021 [acceso 2 de septiembre de 2021]. Noticias y novedades [dos pantallas]. Disponible en: https://www.inmujeres.gob.es/actualidad/noticias/2021/Mayo/actotomaposesion.htm
  15. Borraz M. Igualdad incluirá en la reforma de la Ley del Aborto la violencia obstétrica como un tipo de violencia contra las mujeres. El Diario.es. 26 mayo 2021. Disponible en:
  16. https://www.eldiario.es/sociedad/igualdad-incluira-reforma-ley-aborto-violencia-obstetrica-tipo-violencia-mujeres_1_7973073.html
  17. El Parto es Nuestro [Internet]. El Escorial: El Parto es Nuestro [1 de septiembre 2021]. Parto [dos pantallas]. Disponible en: https://www.elpartoesnuestro.es/informacion/parto/el-papel-de-la-matrona-en-el-parto

 

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