Obesidad infantil. Artículo monográfico.

21 noviembre 2021

AUTORES

  1. Rocío Bravo Adán. Máster en Cuidados Intensivos por la Universidad Católica de Valencia. Máster en urgencias, emergencias y catástrofes por la Universidad CEU de Valencia. Enfermera en el Hospital Obispo Polanco de Teruel.
  2. Carlota Barreu Fau. Máster en Gerontología social por la Universidad de Zaragoza. Enfermera en el Hospital General de la Defensa.
  3. Eva Negredo Rojo. Máster en Análisis Clínicos por la Universidad de Valencia. Enfermera en el Hospital Obispo Polanco de Teruel.
  4. Ana Mateo Abad. Enfermera especialista en Geriatría. Máster Universitario en Deterioro de la Integridad Cutánea, Úlceras y Heridas por la Universidad Católica de Valencia. Enfermera en el Hospital San José de Teruel.
  5. Andrea Villanueva Mena. Máster en Urgencias, Emergencias y Catástrofes por la Universidad CEU Valencia. Enfermera en la Residencia Javalambre de Teruel.

 

RESUMEN

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a la obesidad infantil como la mayor crisis de salud pública del mundo. En su informe de 2014, indica que 42 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, de los cuales 35 millones viven en países en desarrollo. La obesidad infantil es una enfermedad, que tiene su origen en una compleja cadena causal de etiología multifactorial, donde interactúan factores individuales y contextuales donde el niño se encuentra inmerso. La obesidad se caracteriza por un aumento en los depósitos de grasa corporal, lo cual se refleja en una ganancia de peso causada por un balance positivo de energía, como consecuencia de alimentación con una alta densidad calórica por el exceso consumo de carbohidratos y grasas. Los tipos de obesidad según la etiología son: común, monogénica y sindrómica. La obesidad puede ser la causa del desarrollo de diferentes problemas: biológicos, psicológicos y sociales. La incidencia de la obesidad infantil sigue siendo “peligrosamente” elevada en España y nos sitúa a niveles muy próximos a los de Estados Unidos. La obesidad infantil aumenta el riesgo de obesidad y complicaciones cardiovasculares en la edad adulta. La mejor estrategia para reducir la incidencia global de la obesidad es la prevención en las edades tempranas de la vida, incluso antes del nacimiento.

 

PALABRAS CLAVE

Obesidad, niño.

 

ABSTRACT

The World Health Organization (WHO) has classified childhood obesity as the world’s greatest public health crisis. In its 2014 report, it indicates that 42 million children under the age of 5 are overweight, 35 million of whom live in developing countries. Childhood obesity is a disease, which has its origin in a complex causal chain of multifactorial etiology, where individual and contextual factors interact where the child is immersed. Obesity is characterized by an increase in body fat deposits, which is reflected in a weight gain caused by a positive energy balance, as a consequence of a diet with a high caloric density due to the excess consumption of carbohydrates and fats. The types of obesity according to etiology are: common, monogenic and syndromic. Obesity can be the cause of the development of different problems: biological, psychological and social. The incidence of childhood obesity is still «dangerously» high in Spain and places us at levels very close to those of the United States. Childhood obesity increases the risk of obesity and cardiovascular complications in adulthood. The best strategy to reduce the overall incidence of obesity is prevention early in life, even before birth.

 

KEY WORDS

Obesity, child.

 

DESARROLLO DEL TEMA

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a la obesidad infantil como la mayor crisis de salud pública del mundo. En su informe de 2014, indica que 42 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, de los cuales 35 millones viven en países en desarrollo. La obesidad infantil es una enfermedad, que tiene su origen en una compleja cadena causal de etiología multifactorial, donde interactúan factores individuales y contextuales donde el niño se encuentra inmerso1. Se calcula que el 80% de los niños y adolescentes obesos seguirán presentando esta patología en la edad adulta, lo que resulta preocupante por la presencia de sus comorbilidades desde edades tempranas, entre ellas su asociación con trastornos psicológicos2. Los factores implicados en el desarrollo de la obesidad son múltiples y están interrelacionados: alimentación, trastornos del comportamiento alimentario, sedentarismo, factores psicológicos, genética, factores ambientales. Su definición se basa en el cálculo del índice de masa corporal (IMC = peso/talla2, peso en kilos y talla en metros). Un IMC superior o igual a 30 kg/m2 define la obesidad en ambos sexos para el adulto6.

El tratamiento es difícil, por eso lo más aconsejable es la prevención: hay que evitar ganar peso y, si se ha ganado, procurar que no aumente. Otra cosa muy importante es que la obesidad suele empezar en la infancia y la adolescencia, por lo que la prevención de la obesidad debe comenzar en las primeras etapas del desarrollo humano, incluso antes del nacimiento, como luego lo veremos4.

Realizando una búsqueda bibliográfica de los últimos 5 años en scielo, pubmed y dialnet se ha recopilado información muy variada sobre la obesidad infantil.

La obesidad se caracteriza por un aumento en los depósitos de grasa corporal, lo cual se refleja en una ganancia de peso causada por un balance positivo de energía, como consecuencia de alimentación con una alta densidad calórica por el excesivo consumo de carbohidratos y grasas1. La Organización Mundial de la Salud la define como una acumulación anormal de grasa, general o localizada, que puede ser perjudicial para la salud. Su origen es multifactorial, ya que intervienen factores genéticos, socioeconómicos y ambientales. Los determinantes ambientales son los que más contribuyen (60-70%) a explicar el incremento en la prevalencia de obesidad. El sedentarismo, una dieta inadecuada (bajo consumo de frutas y verduras, elevada ingesta de alimentos y bebidas de alta densidad energética, ausencia de desayuno…), la falta de sueño, alteraciones en la microbiota intestinal y el estrés, son factores relacionados con su desarrollo7.

 

Los tipos de obesidad según la etiología que existen son5:

  1. Obesidad Común: o multifactorial: la mayoría de los miembros de una familia tienden a ser obesos, unos más que otros, y comparten, además de los genes, malos hábitos alimenticios, sedentarismo y una dieta inadecuada, muchas veces propiciada por circunstancias familiares, sociales o laborales que impulsan la compra de la llamada ‘comida chatarra’. Es la más común.
  2. Obesidad monogénica no sindrómica. Es causa de aproximadamente el 5% de casos de obesidad severa. Es importante en la investigación porque permite identificar genes que se heredan en forma mendeliana y determinan formas extremas de obesidad, los cuales abren la puerta para la comprensión de los mecanismos involucrados en el comportamiento alimentario.
  3. Obesidad sindrómica. El término se refiere a aquellos casos en los que la obesidad moderada o extrema es una característica más dentro del conjunto que conforma el síndrome. La causa es siempre genética, puede ser monogénica, puede ser una alteración cromosómica u otras formas más complejas de herencia, y todas cursan con retraso mental. Se han identificado más de 25 causas sindrómicas de obesidad.

 

A causa de la obesidad podemos encontrar varios tipos de patologías que podríamos separar en:

  • BIOLÓGICAS:

En la actualidad los niños registran enfermedades que eran comunes en personas adultas, tales como:

  1. Diabetes, hipertensión arterial, enfermedad coronaria, enfermedad vascular cerebral y dislipemia, que los conducen a padecer el denominado síndrome metabólico1.
  2. Diversos tipos de cáncer, como de mama, esófago, colon, endometrio y riñón, entre los más frecuentes1.
  3. Alteraciones gastrointestinales: hígado graso y reflujo gastroesofágico4.
  4. Enfermedades respiratorias: apnea del sueño y asma4.
  5. Problemas ortopédicos4.
  • PSICOLÓGICAS:

Los niños obesos son generalmente afectados en el ámbito psicosocial, ya que por lo general registran una percepción negativa de su silueta, baja autoestima, un nivel bajo de confianza en las capacidades físicas propias y un interés escaso para participar en actividades físicas; y pueden llegar a padecer discriminación, exclusión social y depresión1. La insatisfacción corporal se asocia a baja autoestima, depresión y con el impulso inicial para trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia y bulimia nerviosa, especialmente en mujeres adolescentes2.

  • SOCIALES:

Los niños obesos tienden a ser víctimas del bullying, aunque también son más propensos a comportarse como agresores. Las consecuencias de este acoso son la dificultad para tener amigos, el estrés emocional y el aislamiento; esto conlleva a bajo rendimiento escolar y ausentismo, así como pobre adaptación psicosocial, lo que aumenta la ansiedad, los sentimientos depresivos, la soledad, la pérdida de autoestima y los problemas de conducta3.

Esta condición de obesidad cuenta con unos períodos críticos, en los cuales debe tenerse especial precaución. Estos son el período prenatal, la infancia temprana, el período del rebote adiposo (entre los 5 y los 7 años) y la adolescencia. Por su parte, Yücel, Kinik y Aka señalan que los 6 meses y los 2 años son los períodos más críticos, ya que la tendencia ascendente en el peso, la velocidad para ganarlo y el incremento de Índice de Masa Corporal (IMC) se da primeramente en estos períodos9.

Para la prevención del desarrollo de la obesidad en edad infantil las recomendaciones que da la OMS para los niños son los siguientes 5 puntos4:

  • Aumentar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
  • Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por las instauradas.
  • Reducir la ingesta de azúcares.
  • Mantener la actividad física: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa que sea adecuada para la fase de desarrollo del niño y contenga diversas actividades.
  • Para los niños menores de 10 años se recomienda que duerman 10 horas.

El tratamiento cuando ya existe una diabetes infantil se basa en:

  1. Intervenciones en el estilo de vida: consejos nutricionales, actividad física, etc.
  2. Farmacológico: orlistat, metformina.
  3. Quirúrgico.

 

CONCLUSIONES

La incidencia de la obesidad infantil sigue siendo “peligrosamente” elevada en España y nos sitúa a niveles muy próximos a los de Estados Unidos4. La obesidad infantil aumenta el riesgo de obesidad y complicaciones cardiovasculares en la edad adulta. La mejor estrategia para reducir la incidencia global de la obesidad es la prevención en las edades tempranas de la vida, incluso antes del nacimiento.

Las personas tienen conocimiento respecto a lo que es la obesidad infantil y los problemas o consecuencias que trae consigo, sin embargo, en varios hogares predominan la obesidad y el sedentarismo, y a pesar de este conocimiento, no modifican su rutina o su alimentación, lo cual es muy importante para prevenir enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión, dislipidemias y arterosclerosis8.

Los hábitos saludables que se desarrollan durante la infancia y la adolescencia suelen persistir durante toda la vida, y en este sentido, las escuelas son un lugar perfecto para promocionar este tipo de conductas, que no sólo tienen beneficios sobre la salud, sino sobre otros factores como el rendimiento académico, aunque lo más importante es la educación para la salud y los hábitos alimenticios que se sigan dentro del núcleo familiar.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Muñoz FL, Arango C. Obesidad infantil: Un nuevo enfoque para su estudio. Salud, Barranquilla (en línea). 2017; 33(3): 492-503.
  2. Ortega EG. Alteraciones psicológicas asociadas a la obesidad infantil. Revista Médica Herediana. 2018; 29(2): 111-115.
  3. Perea-Martínez A, Loredo-Abdalá A, López- Navarrete G E, Obesidad y maltrato infantil: Un fenómeno bidireccional. Acta Pediátrica de México. 2008; 29: 342-346.
  4. Serrano JA. La obesidad infantil y juvenil. Cuaderns de politiques familiars. 2018; 4: 36-47.
  5. Quiroga de Michelena MI. Obesidad y genética. An Fac Med. 2017; 78(2): 192-5.
  6. Ciangura C, Carette C, Faucher P, Czernichow S, oppert JM. Obesidad en el adulto. EMC. Tratado de medicina. 2017; 21(2): 1-10.
  7. Martínez RM, Jiménez AI, Gonzalez H, Ortega RM. Prevención de la obesidad desde la etapa perintal. Nutr Hosp. 2017; 34(4).
  8. Ruvalcaba JC, Hernández J, García JR, Lozano A, Morales LI, Hernández MS, Islas I, Rivera M, ReynosoJ. Factores desencadenantes de obesidad infantil, un problema de salud pública. JONPR. 2018; 3(8): 558-673.
  9. León, M. P.; Infantes-Paniagua, Á.; González-Martí, I.; Contreras, O. (2018). Prevalencia de sobpreso y obesidad infantil y su relación con factores sociodemográficos. Journal of Sport and Health Research. 10(supl 1):163-172.

 

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