La capacidad devastadora de los desconocidos priones.

6 septiembre 2021

AUTORES

  1. Lara Pilar Palacín Nieto. Diplomado Universitario de Enfermería. Máster en Ciencias de la Enfermería. Estudiante de Grado Universitario de Veterinaria. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
  2. Vanesa Palacín Nieto. Diplomado Universitario de Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza.
  3. Sandra Vintanel López. Grado Universitario de Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
  4. Leyre Satrústegui Ollanquindia. Diplomada Universitaria de Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
  5. Patricia Espinosa Capapey. Grado Universitario de Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
  6. Ana Niño Tena. Grado Universitario de Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.

 

RESUMEN

Las denominadas Enfermedades Priónicas o Encefalopatías Espongiformes Transmisibles son aquellas transmitidas por un agente causal común muy particular denominado “Prion”. Este agente es una proteína plegada de forma aberrante, capaz de transformar a otras proteínas ya existentes; haciéndolas adoptar esta misma extraña estructura. Esta hipótesis desmontó las leyes que regían la biología y aunque los primeros casos datan del SXVIII, no se confirmó la teoría hasta el año 2010. Todas las Enfermedades Priónicas comparten características comunes como la transmisibilidad, el largo periodo de incubación y rasgos clínicos e histopatológicos muy característicos. La baja incidencia gracias a la enorme campaña de prevención; las sitúa en el mismo puesto que las enfermedades raras, poco estudiadas, sin tratamiento ni vacunas; convirtiéndolas en incurables y de evolución fatal en todos los casos. A pesar de ser conocidas a causa del enorme impacto económico y sanitario que provocó el “mal de las vacas locas” a finales del siglo pasado; aún son enfermedades con muchas incógnitas y cuyo desconocimiento sitúa a sus pacientes en situaciones sociosanitarias extremadamente delicadas.

 

PALABRAS CLAVE

Prion, enfermedades priónicas, encefalopatía espongiformes transmisibles, Enfermedad de transmisión sexual.

 

ABSTRACT

The prion diseases or transmissible spongiform encephalopathies are those transmitted by a very particular common causative agent called “prion”. This agent is a protein folded in a strange way, capable of transforming other proteins, making them adopt the same aberrant structure. All prion diseases share common characteristics such as transmissibility, long incubation period, and clinical and histopathological features. These diseases have no treatment or vaccines, making them incurable and deadly. Despite being known because of the enormous impact on food security, public health and economic crisis that caused the «mad cow disease» at the end of the SXX; They are still diseases with many unknowns and whose ignorance places their patients in extremely complicated health and social situations.

 

KEY WORDS

Prion, prion diseases, transmissible spongiform encephalopathy, sexually transmitted disease.

 

INTRODUCCIÓN

Las enfermedades raras son aquellas patologías que afectan a una proporción muy reducida de la población. Entre estas, encontramos las denominadas Enfermedades Priónicas o Encefalopatías Espongiformes Transmisibles (EET). Estas enfermedades están caracterizadas por un agente causal común denominado “Prión” con una alta capacidad infectiva, cuyo descubrimiento desmontó las bases de la biología que regían el planeta1.

A pesar de ser conocidas a causa de la enorme repercusión en la seguridad alimentaria, salud pública y crisis económica que provocó el “mal de las vacas locas” a finales del siglo XX; aún son enfermedades relativamente desconocidas. Estas patologías afectan tanto a animales como a hombres y dado su alta capacidad de transmisibilidad para adquirirla, existen estrictos controles de seguridad e higiene en la industria cárnica para prevenirlas. Estos estrictos protocolos juegan en contra de la investigación de la enfermedad por considerarse de mínima prevalencia y de rápida evolución en todos los casos declarados. Por ello no se destina el tiempo ni los fondos necesarios que permitan el estudio detallado de la misma1,2.

Las enfermedades priónicas suponen un reto para la ciencia médica por ser enfermedades de curso rápido, incurables, sin tratamiento y sin vacuna disponible por lo que se hacen altamente peligrosas si el control y la prevención no son escrupulosos1.

 

OBJETIVO

El objetivo de este artículo es dar a conocer al lector el peculiar agente causal de las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles llamado “Prión”. En el artículo se detalla la historia de su hallazgo, las enfermedades de las que es responsable y pone de manifiesto la siempre estrecha relación entre la medicina veterinaria y humana.

 

METODOLOGÍA

Las bases de esta revisión bibliográfica se han sentado sobre artículos disponibles en varias bases de datos de interés científico facilitadas por el buscador Alcorze, facilitado por la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza (BUZ). La búsqueda fue filtrada para textos de índole científico en español y disponibles a texto completo para los últimos cinco años. Las palabras claves utilizadas fueron “Priones”, “Enfermedades Priónicas”, “Encefalopatías Espongiformes Transmisibles”, “EET”, “Scrapie”, “Encefalopatía Espongiforme Bovina”, “EEB”, “Kuru”, “Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob””; combinadas con los operadores booleanos “AND” y “OR”.

Entre las publicaciones manejadas, destacamos la Tesis Doctoral de Alicia Otero Garcia de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, dirigida por Rosa Bolea Bailo y Juan José Badiola Diez, realizada en 2018 y publicada en 2021; cuyo fundamento pertenece al departamento de Anatomía Patológica. También se ha tenido en cuenta un Trabajo Fin de Grado de Medicina presentado por la Universidad de Zaragoza en el año 2017-2018 y con materia propia del departamento de Anatomía e Histología Humanas. Todo el material fue trabajado y sintetizado, quedando de este modo reflejado en la documentación utilizada bajo la bibliografía más adelante señalada y siguiendo las directrices de la nomenclatura de estilo Vancouver.

 

RESULTADOS

Según la última teoría formulada, un prion es una proteína plegada de una extraña forma, capaz de transformar a otras proteínas, haciéndolas adoptar la misma estructura. Según Prusiner, la PrPSc es una forma aberrante de la proteína priónica celular PrPC . La PrPC sana es una proteína de la que se desconoce su función pero encontrada de forma ubicua en el organismo de todos los mamíferos, incluido el hombre y siendo más abundante a nivel del tejido nervioso central. Bien por mutaciones espontáneas por procesos desconocidos o por la entrada externa de la isoforma PrPSc esta proteína sufre cambios en su plegamiento inicial y pasa de su forma sana y normal (PrPC) a la anormal de tipo Scrapie ( PrPSc) capaz de transmitir su mal plegamiento a otras PrPC1,3, confiriendoles carácter transmisible con poder neurotóxico. Cuando esto ocurre las neuronas son dañadas y el proceso da como resultado un cerebro vacuolizado de apariencia esponjosa, siendo este aspecto el característico y definitorio de las “Encefalopatías Espongiformes Transmisibles”1,4.

Las primeras referencias existentes a propósito de las Enfermedades Priónicas datan del siglo XVIII y proceden de la región de Lincolnshire (Inglaterra) cuando ganaderos de la zona acusaron problemas en sus ovejas al introducir nuevo ganado ovino procedente de España. Estos animales presentaban un cuadro sintomático caracterizado por pérdida de lana en diferentes zonas del cuerpo, temblores y picores; afectación conocida como “tembladera” o Scrapie, en inglés. Tras varias teorías, hasta el SXX no se demostró que el agente causal de estos brotes era de tipo infeccioso pensando erróneamente que se trataba de un “virus lento”. Ajeno al problema de Inglaterra, en el año 19201 se detectaba una enfermedad que provocaba graves problemas motores y retraso cognitivo con afección neuroselectiva y neurodegenerativa que cursaba con demencia rápida progresiva, con mioclonías, afección cerebelosa, trastornos visuales o afección psiquiátrica5. Esta enfermedad se bautizaría como enfermedad Creutzfeldt-Jakob para en varias décadas posteriores poderse relacionar con la enfermedad de Scrapie antes descrita1,6.

Sin relación aparente, se describe en Nueva Guinea una patología que afectaba a gran parte de una tribu con una sintomatología muy peculiar en todos los casos. En la tribu de “Los Fore” morían cada año cientos de personas, siendo la gran mayoría mujeres y niños; tras un episodio de pérdida de control del cuerpo y de emociones que evoluciona hasta el fallecimiento. Esta afectación era considerada motivo de embrujo para los miembros “foráneos” sin enfermedad transmisible aparente. El Kuru, nombre con que se conoce esta enfermedad fue advertido por el doctor Zigas pero fue posteriormente, cuando el doctor Gajdusek quien; tras estudiar al grupo étnico, dio especial importancia al peculiar ritual de canibalismo que se celebraba tras la muerte de uno de sus miembros. En este rito varios individuos pertenecientes a la etnia cocinaban y comían el cuerpo del fallecido destacando en la mayoría de ocasiones el hecho en el que el encéfalo era comido por la mujer y los niños de este. Así Gajdusek pudo señalar la estrecha relación entre el desarrollo de la enfermedad y el consumo del encéfalo del cuerpo contaminado por parte de sus familiares. Tras varios años y de forma fortuita fue el patólogo veterinario Hadlow quien, tras asistir a la ponencia del doctor Gafdusek; relaciona las lesiones de sus ovejas con las que presentaban los encéfalos de los pacientes de Gajdusek. El cerebro de los afectados por el Kuru y el Scrapie de las ovejas presentaban unos similares espacios vacíos vacuolados con aspecto de esponja, relacionando así; ambas enfermedades y dando inicio al estudio de las “Encefalopatías Espongiformes”. El nexo común para su asociación fue su peculiar y similar sintomatología, las lesiones espongiformes a nivel encéfalo que provocan y aparentemente su agente causal. Durante el SXX el estudio de estas enfermedades continuó, añadiendo a este grupo las enfermedades con características similares de carácter transmisible, con afectación motora-cognitiva y pudiendo afectar tanto al hombre como a otros mamíferos. Entre estas se agrupó la enfermedad de Creutzfeld-Jacob, insomnio familiar fatal y la enfermedad de Gerstmann-Straüssler-Scheinker entre otras1.

Hasta este momento el Scrapie no suponía una amenaza para la salud humana, pero fue en la década de los noventa cuando las alarmas saltaron tras el salto de la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB) al humano, afirmando que las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles podían transmitirse de una animal apto para el consumo humano al hombre. Tras este conocido hito, el estudio de estas enfermedades despegó a gran velocidad por la gran crisis que supuso a nivel de seguridad alimentaria, salud pública y económica; especialmente para Europa y España. Se investigó de forma más profunda su agente causal rechazando la teoría inicial del “virus lento” para centrarse en la confirmación de la teoría de Prusiner primeramente rechazada por la comunidad científica por suponer la ruptura de muchos de los dogmas que se creían definitorios de las bases de la biología hasta la fecha. Esta teoría en la que se propone que la PrPSc es capaz de transmitir información detallada sobre su estructura a PrPC sin transmisión de información genética no fue totalmente confirmada a nivel global hasta el año 20101,4

Todas las EET comparten rasgos comunes como sus características anatomopatológicas, el cuadro clínico de carácter neurodegenerativo, la alta transmisibilidad y sus largos periodos de incubación. Estas enfermedades no tienen tratamiento ni vacunas, convirtiéndolas en incurables y mortales. En todas se produce una degeneración progresiva del sistema nervioso central de tipo vacuolar-espongiforme con aparición de hipertrofia e hiperplasia de los astrocitos y con ello muerte neuronal4. Estas enfermedades pueden aparecer de forma espontánea en distintas especies animales mostrando susceptibilidad al cambio de plegamiento de su PrPC y pudiendo por ello desarrollar enfermedades priónicas. En cambio, según la experiencia, tres grupos de animales se han considerado durante años resistentes o escasamente susceptibles a las EET: los cánidos, lepóridos y los équidos2,7. En humanos, el modo más útil para clasificar las enfermedades priónicas es haciendo referencia al evento que provoca el plegamiento erróneo inicial de la PrPC. De este modo, las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles pueden clasificarse en:

  • Esporádicas: A este grupo pertenecen el 80-85% de los casos en humanos y lo componen enfermedades del tipo Creutzfeldt-Jakob esporádico, el insomnio fatal esporádico y la prionopatía de sensibilidad variable a las proteasas.
  • Genéticas: Menor prevalencia que las anteriores, correspondiendo a casos genéticos o familiares con genes que codifican la PrPC con un error en su secuencia.
  • Adquirida: Están provocadas por priones de origen externo, que penetran en el organismo por distintas vías, siendo más frecuente la vía oral. Dentro de este grupo encontramos la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob iatrogénica, la variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y el Kuru hoy en día erradicado1.

Hace décadas, a consecuencia de la falta de conocimiento del curso de la enfermedad y la alta transmisibilidad de esta, se han cometido errores en cuanto a la transmisión de priones de forma negligente en casos de trasplantes de córnea o de duramadre infectado, uso de material quirúrgico contaminado o por inoculación de hormona de crecimiento portadora del agente en cuestión. Actualmente, debido a la prohibición del canibalismo, las estrictas normas de desinfección de material quirúrgico y el vigente control en cuanto a seguridad alimentaria se refiere, estos casos son muy poco frecuentes en los humanos, suponiendo < 1 % de los casos totales. Sin embargo, este tipo de enfermedades continúa siendo el más prevalente en animales. Hoy en día, gracias al estricto control de los productos de origen animal obligatorio para los mataderos y las industrias cárnicas, el riesgo de contraer esta enfermedad por consumo de carne contaminada es prácticamente nulo. Siendo los posibles nuevos casos de EET de declaración obligatoria en muchos países y de estricto seguimiento epidemiológico tanto para animales como para personas1,7.

En contra de la mínima prevalencia, la comunidad científica se encuentra con la enorme dificultad de llegar a diagnóstico certero en un plazo de tiempo razonable, contando con el diagnóstico diferencial para con enfermedades con las que comparten cierta clínica como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la Meningitis Crónica o la Encefalopatía Hepática. Esto hace que, llegado el caso en que se contara con algún tratamiento efectivo para la enfermedad, este se administra tarde, tras un agravamiento del estado del paciente y en muchos casos, habiendo recibido un tratamiento inadecuado.

Actualmente no se cuenta con técnicas de diagnóstico in vivo totalmente eficaces por lo que el estudio anatomopatológico post mortem es el único método que permite establecer categóricamente el diagnóstico de estas enfermedades priónicas. Por ello, la única opción es orientar el diagnóstico con pruebas complementarias no definitivas que podrían hacer sospechar sobre estas enfermedades como marcadores moleculares asociados, electroencefalograma, estudio del líquido cefalorraquídeo, resonancia magnética o estudios genéticos para poder informa al paciente y orientarlo de la mejor forma posible para enfrentar la enfermedad1,4.

 

CONCLUSIONES

Las Enfermedades Priónicas ya eran conocidas desde hace siglos por los veterinarios, bien conocedores de sus posibles repercusiones y su curso fatal. A pesar de poder ser protagonistas de nuevas crisis económico-sanitarias, estas patologías aún son ignoradas por los responsables que velan por los avances en investigación. Las barreras de transmisión, la patogenicidad, el diagnóstico y los nulos tratamientos efectivos frente a ellas todavía están sin resolver. Al ser enfermedades de baja incidencia, hacen que los casos declarados se consideren excepcionales y de dudoso diagnóstico dada la poca efectividad de las pruebas diagnóstico entretanto la enfermedad está en curso. Estas enfermedades son incurables y de desenlace fatal en todos los casos, por lo que los pacientes y sus familias se encuentran con un panorama desolador2. El desconocimiento médico, la poca certeza de diagnóstico y la falta de apoyo para sus necesidades psicológica y sociosanitarias los dejan desamparados. Se debe de apostar por la investigación en este tipo de enfermedades dando visibilidad a los pacientes que la sufren y a sus familias afectadas de forma directa o indirecta, generando en todos los casos situaciones sociales poco esperanzadoras2,3.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Moreno Charco J. Enfermedades priónicas: historia, diversidad e importancia socioeconómica como paradigma de las Enfermedades Raras = Prion diseases: history, diversity, and socioeconomic importance as a paradigm of Rare Diseases. Araucaria: Revista Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones Internacionales 2021;23(46):429-451.
  2. Alicia Otero García, Rosa Bolea Bailo, Juan José Badiola Diez. Estudio de los mecanismos implicados en la barrera de transmisión y en la patogenia de las enfermedades priónicas. Universidad de Zaragoza, Prensas de la Universidad; 2021.
  3. Coca J.R.,Sanz-Molina L., Erañs H., Castilla J. Análisis cualitativo del impacto social y familiar de las encefalopatías espongiformes transmisibles humanas. Revista de neurología 2019;69(6):242-248.
  4. Blanca Navarro Leach, Eva Monleón Moscardó. Las Encefalopatías Espongiformes Transmisibles Adquiridas. Universidad de Zaragoza; 2017.
  5. Eleanet García-Ortega Y, Leonardo Bravo-Ruiz O, Alberto Mireles-Ramírez M, Juan Ramírez-Márquez J, Alejandro Cabrera-Gaytán D. Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Medicina Interna de México 2019 sep;35(5):795-801.
  6. Rovirosa, L.C. Prion induced spongiform encephalopathy of Creutzfeldt-Jakob disease. Rev Med Chil 2019;147(9):1178-1185.
  7. Plata Rosas LJ. Una (pre)historia difícil: De caníbales, priones y kuru. Nexos: Sociedad, Ciencia, Literatura 2017;39(478):92.

 

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