Infección por helicobacter pylori y la colaboración enfermera en su diagnóstico y tratamiento.

18 noviembre 2021

AUTORES

  1. Marta Pérez Andrés. Enfermera, Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
  2. Víctor Antón Izquierdo. Enfermero, Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
  3. Lucía García Miguel. Enfermera, Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
  4. Pablo Fernández Hernando. Enfermero, Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
  5. Bárbara Gómez de Segura García. Enfermera, Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
  6. María Vicente Molina. Enfermera, Hospital Nuestra Señora de Gracia, Zaragoza.

 

RESUMEN

La Helicobacter pylori es una bacteria Gram-negativa que produce alteraciones gastroduodenales y una de las infecciones crónicas más comunes entre las personas. A lo largo de los años se han ido diseñando diferentes métodos para su diagnóstico y también distintas formas de tratamiento para poder acabar con la infección o para paliar sus síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes, así como distintos cuidados de enfermería que les ayuda a convivir día a día con la infección hasta conseguir erradicarla.

 

PALABRAS CLAVE

Helicobacter pylori, gastritis, pirosis, prevalencia.

 

ABSTRACT

Helicobacter pylori is a Gram-negative bacterium that produces gastroduodenal disorders and one of the most common chronic infections among people. Over the years, different methods have been designed for its diagnosis as well as different forms of treatment to end the infection or to alleviate its symptoms and improve the quality of life of patients. In addition, nursing care has also developed in order to help patients to live with the infection until it is eradicated.

 

KEY WORDS

Helicobacter pylori, gastritis, heartburn, prevalence.

 

INTRODUCCIÓN

En la antigüedad se consideraba que el estómago era un órgano en el que no podían habitar microorganismos debido a su acidez, pero fue a finales del siglo XX, en 1975, cuando tras algunos estudios sobre gastritis se descubrió una bacteria capaz de sobrevivir en un entorno tan hostil1 debido a su capacidad para adaptarse a las condiciones fisiológicas excepcionales de la mucosa gástrica2. Esta bacteria, desde 1994, está clasificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un carcinógeno “clase I” debido a las complicaciones que puede ocasionar cuando infecta a un organismo3.

La Helicobacter pylori es una bacteria Gram-negativa de forma espiral portadora de varios flagelos que requiere oxígeno pero a bajas concentraciones de las encontradas en la atmósfera, por lo que es una bacteria microaerófila. Dicha bacteria utiliza dos fuentes de energía, el hidrógeno y la metanogénesis y es oxidasa y catalasa positiva. Es una bacteria que no invade los espacios intercelulares pero sí que es capaz de colonizar la mucosa gástrica4.

Según diversos estudios, la infección por Helicobacter pylori está relacionada a su vez con otras enfermedades gastroduodenales altas muy frecuentes5 como pueden ser la gastritis crónica, la enfermedad por úlcera péptica, el linfoma y el adenocarcinoma gástrico6, siendo la más extendida entre la especie humana y afectando a un 50% de la población mundial aunque podemos observar notables variaciones en los niveles de afección en países desarrollados y subdesarrollados1. Esta infección produce lesiones epiteliales que pueden ser de mayor o menor virulencia dependiendo de distintos factores como la movilidad de la bacteria en virtud de sus flagelos, la producción de moléculas de adhesión que permiten la unión de las bases moleculares a los receptores de la célula parietal gástrica, la actividad de las proteasas y ureasas que permiten la digestión del moco en que se mueve la bacteria, la capacidad de producir amonio y otras sustancias que atraen a los neutrófilos y linfocitos T que provocan inflamación por la migración de la sangre al intersticio dependiendo de la cepa a la que pertenezca4.

 

OBJETIVO

El objetivo principal de esta revisión es conocer el origen del Helicobacter Pylori, así como su método de contagio y prevalencia. Además, se buscará conocer cuál son sus síntomas principales y los métodos de diagnóstico con los que contamos en la actualidad. Por último, veremos cuáles son sus posibilidades de tratamiento y los cuidados de enfermería para mejorar la calidad de vida de los pacientes que padecen esta infección.

 

METODOLOGÍA

Se ha realizado una revisión bibliográfica sobre la bacteria Helicobacter Pylori utilizando las siguientes bases de datos: SCIELO, MEDLINE, PUBMED y CUIDEN. Los descriptores con las que se buscaron los artículos son los siguientes: “Helicobacter pylori, gastritis, pirosis y prevalencia”. He utilizado como criterio de exclusión el idioma que no fuera inglés o español. Los artículos revisados comprenden principalmente desde 2007 hasta 2020.

 

RESULTADOS

La infección por Helicobacter pylori es una de las enfermedades crónicas más comunes. Se han realizado gran cantidad de estudios sobre esta bacteria, aunque todavía hay algunos cabos sueltos en todo lo relacionado con esta afección.

Tras diversas investigaciones ha quedado demostrado que la diferente prevalencia entre países desarrollados y subdesarrollados puede deberse a los niveles de saneamiento ambiental, al hacinamiento o al nivel socioeconómico de cada país, ya que todos ellos son factores predisponentes para padecer esta infección.

El contagio de esta bacteria se produce principalmente en la infancia, aunque se suele diagnosticar en la edad adulta cuando comienza a dar sintomatología. Su transmisión parece producirse de persona a persona pero, actualmente, todavía no se ha determinado un reservorio ambiental que pueda facilitar el contagio de la bacteria aunque se siguen realizando estudios que nos indiquen cómo se contagia realmente. Aunque la prevalencia de la infección por Helicobacter pylori aumenta con la edad en todas las poblaciones que se han ido estudiando a lo largo de los años, uno de los rasgos más significativos, y que ya he señalado anteriormente, es la diferencia en la aparición de la infección en los niños de países desarrollados respecto a los niños de países en vías de desarrollo7, y aunque esto esté relacionado con el nivel socioeconómico nombrado anteriormente, sería conveniente la realización de estudios para conocer la prevalencia de esta infección en la población infantil para tomar las decisiones pertinentes en cuanto a las estrategias de erradicación, vacunación u otros métodos que pudieran existir para prevenir la enfermedad8.

 

Actualmente, como desde un primer momento no podemos averiguar cuando se ha producido el contagio de la enfermedad, se realizan las pruebas diagnósticas cuando comienza a haber una sintomatología que afecte a nivel gastroduodenal y que no tenga un diagnóstico claro que no esté relacionado con la bacteria. En muchos de los casos existe una sintomatología que afecta al aparato digestivo aunque también observamos una alta prevalencia de casos en los que no llega a aparecer, casos asintomáticos2. Los síntomas más comunes son dolor en epigastrio debido a una gastritis aguda, náuseas y vómitos que se empezarían a producir unas dos semanas después de la infección, dispepsia o acidez9. También podemos encontrar algunos pacientes que padecen síntomas recurrentes sin presentar úlceras gástricas.

Existen distintos métodos para comprobar la presencia de esta bacteria en el organismo y así diagnosticar la infección. Los métodos empleados son muy variados y clásicamente se han dividido en invasivos y no invasivos dependiendo de si precisan o no la práctica de una endoscopia digestiva superior con toma de biopsias. Los métodos invasivos son el cultivo, la prueba rápida de ureasa (PRU), el examen histológico y la reacción a la cadena de polimerasa (PCR). En este grupo podemos observar que el cultivo es el más fiable de todos los métodos ya que identifica la Helicobacter pylori por la actividad de sus enzimas bacterianas (ureasa, oxidasa y catalasa) pero las primeras colonias tardan varios días en aparecer por lo que no suele ser la prueba elegida primera opción. Por otro lado, los métodos no invasivos son la prueba del aliento (UBT), la demostración de antígenos de Helicobacter pylori en materia fecal (HpSA) y las pruebas serológicas que se basan en el descubrimiento específico de anticuerpos anti-Helicobacter pylori3.

El método más utilizado a día de hoy por su fiabilidad y rapidez es el test del aliento urea-C13, que en un primer momento se realizaba a nivel exclusivamente hospitalario por ser una prueba de la consulta especializada en digestivo aunque poco a poco se ha ido extendiendo a atención primaria, lo que favorece a un aumento de la educación sanitaria que recibe el paciente por parte del profesional de enfermería y mejora el control por parte del profesional ya que existe una mayor accesibilidad que con los especialistas10.

 

Ya sea en el hospital como en el centro de salud, la realización de esta prueba es responsabilidad de los profesionales de enfermería que son los encargados de tomar las muestras y analizarlas. Este test se debe realizar con unas condiciones especiales. El paciente debe estar en ayunas y sin haber fumado recientemente (aproximadamente 8 horas) y no ha podido tomar antibiótico en el último mes ni omeprazol en los 10-15 días anteriores. El omeprazol es un medicamento que pertenece al grupo de inhibidores de la bomba de protones y que se utiliza para combatir la sintomatología de esta bacteria, pero puede alterar el resultado del test del aliento por lo que hay que retirarlo antes de la toma de muestras. Este fármaco es utilizado porque es capaz de reducir la carga bacteriana durante su uso e inhibir la actividad de la ureasa en el estómago. En sustitución a este medicamento se pueden utilizar otros como el amalgato ya que se cree que no influye en el resultado, aunque todavía no existen los suficientes estudios como para confirmarlo9, la ranitidina a dosis no superiores a 300 mg al día y/o antiácido para los momentos de mayor malestar.

El test como tal consiste en recoger una muestra de aire basal tomada con el paciente sentado. El paciente deberá colocar la válvula en la boca, inspirar por la nariz, contener la respiración entre 5 y 10 segundos y llenar lentamente la bolsa con el aliento cerrando la bolsa al terminar. A continuación, tomará una pastilla de urea sin romper ni masticar junto con medio vaso de agua para asegurarnos de que llega al estómago y pasados 20 minutos se realizará de nuevo el procedimiento para tomar la muestra en la segunda bolsa. Posteriormente se analizarán las muestras obtenidas o se enviarán al lugar indicado para la realización del análisis.

Este test está contraindicado en pacientes embarazadas y en periodo de lactancia por las consecuencias que puede tener la administración de urea. Además, se pueden encontrar efectos secundarios como sofocos, edema facial, rash cutáneo, urticaria, distensión abdominal, diarrea, molestias epigástricas o vómitos.

 

La administración de urea se debe a que el estómago colonizado por el Helicobacter pylori produce una ureasa que desdobla la urea suministrada en el comprimido liberando C13 que será detectado en el aire espirado, lo que significa que si medimos la composición de la muestra de aire basal y tras ingerir la urea podemos saber si se ha liberado más C13 del que debería y así comprobar la existencia de la bacteria en el estómago. A la hora de analizar las muestras es importante colocar cada bolsa en la zona correspondiente y asegurarnos de que tenemos la cantidad de aire necesario. Además, como en cualquier prueba hay que tener muy en cuenta la identificación y tener mucho cuidado para que no haya extravíos o cambios de nombre entre la muestra y el resultado.

Además del test del aliento Urea C13, también se puede diagnosticar mediante el test de amoniaco en aire espirado pero esta prueba debe seguir desarrollándose ya que la obtención del resultado mediante este procedimiento es más compleja y está menos estudiada que todos los métodos diagnósticos nombrados anteriormente6.

Una vez que se ha diagnosticado la infección se propone un tratamiento para tratar de erradicar la bacteria. Uno de los tratamientos utilizados se basa en la administración de 1 comprimido de omeprazol 40 mg cada 12 horas, 2 comprimidos de levofloxacino 500 mg cada 12 horas y un comprimido de claritromicina 500 mg cada 12 horas durante los primeros 10 días. Otros tratamientos modifican algunos antibióticos o incluyen bismuto en función de la respuesta que tenga el paciente o la posibilidad de tomar los distintos fármacos por problemas de alergias o intolerancias. Pasados esos días se continuará un mes con 1 comprimido de omeprazol 40 mg cada 24 horas y después se suspenderá durante 15 días para volver a realizar el test del aliento y comprobar si se ha obtenido el efecto deseado.

 

Después del diagnóstico de la infección es importante tratar de erradicar la bacteria y controlar toda la sintomatología, pero también se deben prevenir o encontrar otras afecciones relacionadas con la Helicobacter Pylori. Esta infección puede causar problemas secundarios como respuestas inmunes e inflamatorias, por ejemplo, la inflamación del duodeno que podría llegar a provocar úlceras duodenales7, síndrome dispéptico funcional u orgánico que disminuye significativamente con la erradicación de la bacteria, aunque todavía no hay pruebas relevantes de que este proceso esté provocado por la presencia de la Helicobacter pylori11 o reflujo gastroesofágico como consecuencia de una hipersecreción ácida del estómago2. Además de todos los problemas anteriores también puede causar otras complicaciones como la anemia ferropénica, ya que esta infección dificulta la secreción de ácido clorhídrico y ascorbato que, en condiciones normales, tiene lugar en el estómago y son fundamentales para que el hierro se solubiliza, se reduzca y se absorba en el duodeno y yeyuno superior. A los pacientes con esta alteración se les trata con hierro administrado por vía oral con comprimidos que se absorben en el duodeno independientemente del ácido gástrico12.

A nivel de enfermería la actuación se basará en la educación para la salud que ayude a los pacientes a seguir unas pautas básicas para tratar de evitar en la medida de lo posible las molestias más comunes. Estas estrategias son similares a las que se utilizan en otras patologías digestivas ya que su finalidad es forzar lo menos posible el estómago. Algunas de las formas más sencillas de prevenirlo son: tener cuidado de qué alimentos se toman, que no sean muy ácidos y sean fácilmente digeribles, no comer grandes cantidades en poco tiempo sino hacer varias comidas de menor tamaño, tomar alimentos que faciliten la digestión y no sean pesados, sin muchas grasas, beber líquidos, no permanecer mucho tiempo en ayunas ya que la acidez puede agudizarse y causar molestias o tomar medicación protectora (inhibidores de la bomba de protones) en los momentos que sea posible y ayudar a su adherencia terapéutica en el caso que lo requiera.

 

CONCLUSIÓN

Tras la realización de esta revisión podemos observar que una de las cosas más importantes que habría que estudiar en la actualidad es la prevalencia de esta bacteria en la población infantil y cuáles son sus formas de contagio.

Por otra parte, también se debería incidir más en la educación para la salud para tratar de prevenir la infección o para mejorar la calidad de vida de los pacientes una vez que la bacteria está en el organismo.

 

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