Higiene del sueño. Artículo monográfico.

27 noviembre 2021

AUTORES

  1. Yasmina Millán Duarte. Grado universitario en Enfermería. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.
  2. Ana Cristina García Sacramento. Grado universitario en Enfermería. Urgencias Hospital Royo Villanova.
  3. Paula Garcés Fuertes. Grado universitario en Enfermería. Máster en Gerontología Social por la Universidad de Zaragoza. Atención Primaria Sector Zaragoza II.
  4. María García Velarte. Diplomatura universitaria en Enfermería. Máster en Gerontología Social por la Universidad de Zaragoza. Atención Primaria Sector Zaragoza II.
  5. Cristina Barcelona Blasco. Grado universitario en Enfermería. Consultas Externas Hospital Universitario Miguel Servet.
  6. Laura Rebeca García García. Diplomatura universitaria en Enfermería. Máster en Gerontología Social por la Universidad de Zaragoza. Consultas Externas Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.

 

RESUMEN

La prevalencia de insomnio asciende del 15 al 33%, se observa con mayor frecuencia en el sexo femenino y genera un motivo de consulta habitual en Atención Primaria. Actualmente, una de las herramientas más utilizadas tanto para su valoración, como diagnóstico es el Diario del Sueño. Diversos estudios inciden en la importancia del tratamiento no farmacológico como una de las mejores alternativas para afrontar el insomnio, siendo las más destacadas la higiene del sueño y las terapias cognitivo-conductuales.

 

PALABRAS CLAVE

Insomnio, higiene del sueño, tratamiento y terapias cognitivo-conductuales.

 

ABSTRACT

Prevalence rate has increased from 15% to 33%, it is mostly between women and also a usual reason for queries in Primary Health Care Centers. Nowadays, one of the most used tools to assess and diagnose is the Sleep Diary. Several papers insist on the importance of nonpharmacological treatments as one of the best options to face insomnia, highlighting sleep hygiene and cognitive behavioral therapies as the most effective.

 

KEY WORDS

Insomnia, sleep hygiene, treatment and cognitive behavioral therapy.

 

INTRODUCCIÓN

El sueño forma parte de nuestra vida cotidiana, ya que el ser humano por término medio invierte aproximadamente, un tercio de vida en dormir.

Dormir se considera una necesidad biológica imprescindible que permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para tener pleno rendimiento en nuestro día a día1.
Las necesidades individuales de sueño son muy variadas y se modifican en función de la edad, salud, estado emocional, estilo de vida, etc. La duración del sueño nocturno oscila entre 4-12 horas, aunque las necesidades de este pueden cambian en función de las variables anteriormente descritas. En adultos se recomienda un promedio de 7-8 horas de sueño1,2,3.

El sueño suele dividirse en dos grandes fases, Rem y no Rem, que se alternan de manera cíclica (de 4 a 6 veces) y que generalmente ocurren de manera sucesiva1,2,4.

Cuando se originan problemas con el sueño y estos sobrepasan cierta intensidad o superan la capacidad adaptativa de las personas, provoca un malestar generalizado que afecta a la esfera física, psicológica y conductual2.

 

 

EPIDEMIOLOGÍA:
Los trastornos del sueño son un problema creciente para la salud pública, con consecuencias que se extienden al ámbito individual, laboral, económico y social. Más del 50% de los adultos padecen algún trastorno del sueño a lo largo de la vida, y de éstos un 20% se cronifican5. Uno de los trastornos que los profesionales de Atención Primaria abordan más frecuentemente en su práctica clínica diaria es el insomnio, con una prevalencia del 15% al 33%. Éste puede aparecer a cualquier edad (sobre todo, a partir de los cuarenta años), predominando más en mujeres que en hombres5,6.

 

INSOMNIO:
El insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño nocturno, así como la sensación de sueño no reparador. Es un estado de hiperalerta o “trastorno de la vigilia que dura las 24 horas del día”, convirtiéndose en un problema que afecta a las personas tanto por la noche, como por el día.

 

Los síntomas consecuencia del insomnio suelen ser:

  • Fatiga.
  • Somnolencia diurna.
  • Dificultades para la concentración con disminución del rendimiento laboral.
  • Posibles alteraciones del estado de ánimo1,5.

 

DIAGNÓSTICO:

El diagnóstico para el insomnio comienza por una exploración física (que descarte cualquier patología que pueda producir insomnio) y una anamnesis exhaustiva, que permitan clasificar el insomnio según su duración, momento en que se produce y la causa7. También, deberá incluir antecedentes familiares y personales, enfermedad médica o psiquiátrica, medicación habitual y hábitos tóxicos. Es muy importante la información aportada por los familiares del paciente y si mantiene una higiene de sueño inadecuada (por ejemplo, horarios de acostarse irregulares, ejercicio físico nocturno o ver televisión en la cama)3,8,9.

 

VALORACIÓN:

Para realizar una adecuada valoración del problema del paciente se puede complementar con la ayuda de diferentes escalas, ya que refuerzan el juicio diagnóstico elaborado tras la entrevista clínica y la exploración psicopatológica. Las escalas más utilizadas son: Índice de gravedad del insomnio (ISI), escala de somnolencia de Epworth y el Índice de calidad de sueño de Pittsburgh (BSQI)1.
Por otra parte, el diario del sueño es otra herramienta de gran utilidad en el diagnóstico, seguimiento y valoración del efecto del tratamiento, ya que puede ayudar a identificar patrones y condiciones que afecten al sueño. Lo realizará el paciente en su casa durante un período de 15 días1,3.

TRATAMIENTO:

Un primer paso indispensable en el tratamiento es proporcionar al paciente información certera y comprensible, tanto para que entienda el origen de su problema como para que conozca las posibles medidas terapéuticas que se pueden llevar a cabo para resolverlas9,10. El tratamiento puede ser farmacológico o no farmacológico, siendo este último una de las mejores opciones para afrontar el insomnio debido a la ausencia de efectos secundarios, su bajo coste y la participación activa del
paciente2,11,12.
Una de las primeras medidas que se van a tomar es conseguir una adecuada higiene del sueño, modificando una serie de hábitos para favorecer el inicio y mantenimiento del mismo13,14.
Por otro lado, otra de las estrategias más utilizadas es la terapia cognitivo conductual, que se centra en las causas que desencadenan y mantienen el insomnio para corregir creencias y actitudes erróneas.

 

Los componentes básicos de esta terapia son:

  • Control de estímulos: tiene como objetivo romper con la asociación que hace el insomne de su cama con un sueño deficiente y fomentar otros estímulos que inducen al descanso.
  • Terapia de restricción del sueño: consiste en limitar el tiempo total en la cama, incluyendo siestas diurnas, para romper el círculo vicioso y favorecer la conciliación del sueño en las siguientes noches y mejorar la eficiencia (porcentaje del tiempo que permanecemos en la cama durmiendo).
  • Técnicas de relajación: ayudan a la persona a reducir la tensión física y/o mental, hay diferentes secuencias de relajación muscular siendo Jacobson la más utilizada para el tratamiento del insomnio, aunque recientemente se está incorporando la técnica mindfulness, basada en la meditación15,16.

Si estas terapias no resultan eficaces, se puede iniciar un tratamiento farmacológico a la mínima dosis eficaz durante 4-6 semanas5. Por tanto, es competencia de enfermería crear estrategias que direccionen la asistencia no solo al tratamiento con fármacos, sino también a las diferentes terapias psicoeducativas que mejoren el autocuidado, cantidad y calidad del sueño y, por consiguiente, la calidad de vida.

 

CONCLUSIÓN

Con la elaboración de este trabajo se pretende destacar la importancia de la labor de enfermería a la hora de realizar la valoración y el manejo del paciente con insomnio en Atención Primaria.
Desde el momento del diagnóstico, es imprescindible promover medidas de educación para la salud e incidir en la aplicación de tratamientos no farmacológicos como son la correcta higiene del sueño y las terapias cognitivo conductuales, siendo el paciente la parte activa en la resolución de este problema y el principal responsable del proceso.

Para ello, es necesario un abordaje multidisciplinar que permita eliminar los riesgos asociados al consumo de ansiolíticos e hipnóticos, tratando de reducir el impacto que éstos tienen sobre el Sistema Nacional de Salud. Por tanto, es importante la instauración de un Programa de Salud para tratar de forma precoz el insomnio, evitando consecuencias sobre la salud. De esta manera, se obtiene una mejora en la calidad de vida de los pacientes y, por consiguiente, una disminución de la carga asistencial.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Grupo de Trabajo de la GPC para el manejo de pacientes con insomnio en Atención Primaria. Guía de Práctica Clínica para el manejo de pacientes con insomnio en Atención Primaria. Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Política Social. Agencia Laín Entralgo. Madrid; 2009.Disponible en:http://www.guiasalud.es/GPC/GPC_465_Insomnio_Lain_Entr_compl.pdf
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