Disbiosis intestinal, primer nivel de medidas no farmacológicas para tratar la enfermedad. La dieta y el estrés.

9 septiembre 2021

AUTORES

  1. Patricia García Lucas. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Máster en Gerontología Social. Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza, España).
  2. María Ángeles Val Lorente. Diplomada en Fisioterapia por la Universidad de Valladolid (Campus de Soria). Servicio Provincial IES Rodanas.
  3. María Egea Auría. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Máster en Gerontología Social. Hospital Universitario Miguel Servet (Zaragoza, España).
  4. Gloria Cucalón Leciñena. Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Máster en Biología Molecular y Biomedicina. Hospital Clínico Lozano Blesa (Zaragoza, España).
  5. Eva Monge Pelegrín. Diplomada en Fisioterapia por la Universidad de Zaragoza. Máster en Osteopatía Estructural. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza (España).
  6. Silvia Gran Embid. Diplomada en Fisioterapia y Graduada en Enfermería por la Universidad de Zaragoza. Máster en Gerontología Social. Hospital Clínico Lozano Blesa (Zaragoza, España).

 

RESUMEN

La disbiosis intestinal es una enfermedad infradiagnosticada, es difícil encontrar la cantidad de enfermedades con las que puede estar relacionada. Lo que sí que se ha podido demostrar es su relación con algunas enfermedades como enfermedad inflamatoria, síndrome del intestino irritable, enfermedad celíaca, y otros trastornos extraintestinales como alergias, asma, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y obesidad. Como profesionales de la salud somos los primeros responsables de ayudar a nuestros pacientes para paliar ese posible desequilibrio en la flora del tracto digestivo evitando así diferentes molestias y enfermedades.

Según numerosos autores, el control de la dieta y del estrés son elementos clave en el buen funcionamiento de la microbiota intestinal. En el siguiente artículo, además de entender un poco mejor qué es la disbiosis intestinal, expondremos como una dieta rica en frutas, verduras, lácteos y fibra y baja en carnes rojas y ácidos grasos, así como diferentes técnicas en la reducción del estrés van a ayudar a recuperar y mantener esta flora tan necesaria en nuestro organismo.

 

PALABRAS CLAVE

Disbiosis intestinal, microbiota.

 

ABSTRACT

Intestinal dysbiosis is an underdiagnosed disease, it is difficult to find the number of diseases with which it may be related. What has been demonstrated is its relationship with some diseases such as inflammatory disease, irritable bowel syndrome, celiac disease, and other extra-intestinal disorders such as allergies, asthma, metabolic syndrome, cardiovascular diseases and obesity. As health professionals we are the first responsible for helping our patients to alleviate this possible imbalance in the flora of the digestive tract, thus avoiding different discomforts and diseases.

According to numerous authors, the control of diet and stress are key elements in the proper functioning of the intestinal microbiota. In the following article, in addition to understanding a little better what intestinal dysbiosis is, we will discuss how a diet rich in fruits, vegetables, dairy products and fiber and low in red meat and fatty acids, as well as different stress reduction techniques will help to recover and maintain this flora so necessary in our body.

 

KEY WORDS

Intestinal disbiosis, microbiota.

 

INTRODUCCIÓN

Para empezar a hablar de disbiosis intestinal debemos comenzar hablando de microbiota. La microbiota intestinal humana hace referencia a la comunidad de microorganismos vivos que se encuentran en el intestino. El tubo digestivo del ser humano alberga una población numerosa, diversa y en movimiento de microorganismos, principalmente bacterias, pero también hongos, virus y protozoos que no son patógenos. Algunos autores llegan a considerarla incluso un órgano más en nuestro complejo organismo.1,2

Nacemos estériles y nuestra microbiota se va desarrollando a lo largo de los años hasta ser muy parecida a la de la edad adulta a los 3 años de edad. Se ha comprobado que algunas de las funciones más importantes de la microbiota son, funciones de nutrición y metabolismo, mediante la absorción y asimilación de ácidos grasos, vitaminas y minerales; funciones de protección, protegiendo de la invasión o sobre-crecimiento de agentes infecciosos y funciones tróficas, sobre la proliferación y diferenciación del epitelio intestinal. Sin embargo, existen variaciones temporales y espaciales en la distribución microbiana desde el esófago hasta el recto a lo largo de toda la vida del individuo, que pueden provocar la alteración de todas estas funciones. A estas alteraciones las denominamos disbiosis intestinal.1,3

Es difícil definir el número de enfermedades que están relacionados con la disbiosis intestinal, pero en los últimos años ha sido asociada a distintos trastornos, como enfermedad inflamatoria, síndrome del intestino irritable, enfermedad celíaca, y otros trastornos extra-intestinales como alergias, asma, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares y obesidad. Hoy en día existen numerosos estudios sobre la microbiota, sin embargo, no existe unanimidad en cuanto a establecer con exactitud cuál sería una microbiota sana y equilibrada. Aunque muchos autores coinciden en que la disbiosis intestinal puede ser consecuencia de varios factores ambientales como lo son la dieta, estrés, toxinas, drogas, estilo de vida y organismos patógenos.2,4,5

Algunos de los síntomas de la disbiosis intestinal con distensión abdominal, diarrea o estreñimiento, digestiones pesadas, ansiedad, debilidad, tendencia a alergias alimentarias, migrañas, irritaciones cutáneas, malabsorción, trastornos digestivos, genitales y de la menstruación, trastornos cutáneos (eccemas, acné…). El diagnóstico de la disbiosis intestinal es multifactorial, está basado en la historia clínica, la sintomatología activa y se realiza de una muestra de heces un estudio de la microbiota fecal, así como de diferentes marcadores de inflamación e infección por hongos, bacterias o parásitos. Por lo que el tratamiento, excepto en el caso de infección activa (en cuyo caso puede requerir antibióticos, antifúngicos y/o antiparasitarios), va a consistir, generalmente, en modificaciones del estilo de vida. Es decir, para prevenir una disbiosis intestinal o recuperar una microbiota sana, será necesario, como medida primordial, un trabajo intensivo de educación para la salud con intervención en el estilo de vida y hábitos de la persona a tratar.5-8

 

OBJETIVO

En el siguiente artículo se explica una serie de medidas y recursos, que, según los diferentes autores, son beneficiosos en la prevención y tratamiento de la disbiosis intestinal. Con la intención de que, como profesionales de la salud, conozcamos qué recursos no farmacológicos se encuentran a nuestro alcance para procurar una microbiota sana a nuestros pacientes con el objetivo de prevenir y/o tratar ciertas enfermedades relacionadas con la alteración de la misma.

 

MÉTODO

Se realizó una revisión bibliográfica en Google Académico, estableciendo un límite temporal de los 10 últimos años (2011-2021). Se utilizaron las palabras clave en el idioma español: “microbiota” “disbiosis intestinal”, unidas por el operador booleano “Y”. Asimismo, se realizó la búsqueda en idioma inglés de las mismas características, utilizando las palabras clave: “intestinal dysbiosis”, “microbiota”, unidas por el operador booleano “AND”.

 

RESULTADOS

Dieta:

Uno de los factores más importantes que tener en cuenta es la alimentación, ya que es un factor de gran impacto y a su vez, con gran poder de modificación. Los nutrientes de la alimentación se absorben a través del intestino, esto da como resultado que los metabolitos pasan a los líquidos circulantes, como la sangre y la linfa. Existe un gran número de autores que refieren que el consumo regular de carnes rojas, dietas ricas en azufres, azúcares y el exceso de ácidos grasos, mediante la actividad antimicrobiana de la bilis, aumentan el número de bacterias perjudiciales en el ecosistema intestinal.4, 9,10

Sin embargo, los prebióticos son ingredientes alimenticios no digeribles que afectan de modo provechoso al huésped al estimular el crecimiento o la actividad, o ambos, de bacterias beneficiosas. La combinación de probióticos y prebióticos se denomina con el término simbióticos. Algunos ejemplos de estos alimentos son, la fibra alimentaria (en concreto los fructooligosacáridos) que se suelen encontrar en productos lácteos y pan. Algunos autores recomiendan la dieta antiinflamatoria, que se basa en la restricción de carbohidratos (refinados o procesados, lactosa), uso de prebióticos y probióticos y reducción de la ingesta de ácidos grasos saturados y grasas (aumento de los ácidos grasos omega 3), así como una dieta rica en fibra, frutas y verduras.4,10,11,12

 

Estrés:

El estrés induce cambios en la microbiota intestinal, debido al complejo eje conforma un sistema de comunicación bidireccional entre el sistema neurológico- endocrino-humoral y el sistema gastrointestinal, provocando la caída de población de Lactobacillus y Bifidobacteria y el aumento de potenciales patógenos. El estrés provoca alteraciones en la motilidad y secreción gastrointestinal, disminución del flujo sanguíneo de la capa mucosa, y baja proliferación y reparación de la mucosa lesionada.4,13

Existen numerosas técnicas de reducción del estrés, según los diferentes autores, seguir unos horarios regulares, realizar ejercicio de forma periódica u otro tipo de técnicas como la realización continuada de ejercicios de respiración, meditación, mindfundless, etc.13

 

CONCLUSIÓN

La disbiosis intestinal es una enfermedad que, hoy en día, sigue siendo una gran desconocida. Sin embargo, implica gran cantidad de síntomas que pueden dificultar en gran medida la vida del paciente. Es una patología de difícil diagnóstico y con la que una gran parte de los pacientes se acostumbran a vivir.

Como profesionales de la salud es importante conocer los factores a tener en cuenta para cuidar, mantener o restaurar la flora intestinal de nuestros pacientes, ya que somos el primer paso al que recurrir ante estas molestias. Existen factores clave extra-farmacológicos para ayudar a personas con este desequilibrio. Como hemos visto en los diferentes artículos revisados, la importancia de una dieta pobre en carnes rojas, azúcares y grasas y rica en lácteos, frutas, verduras y fibra es fundamental. Así como eliminar en la medida de lo posible el estrés de sus vidas mediante la práctica de ejercicio de forma regular, seguir unas pautas u horarios y, si fuera necesario, una serie de técnicas como puede ser mindfulness, ejercicios de respiración o meditación.

 

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