Depresión en ancianos unida a exclusión social.

14 enero 2021

AUTORES

  1. Pilar Pardos Val. (Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza, España).
  2. Andrea Coma Marco. (Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza, España).
  3. Marta Valero Sánchez. (Enfermera en Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza, España).
  4. Sheyla Lamperez Ibañez. (Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza, España).

 

RESUMEN

El envejecimiento conlleva la aparición de fragilidad. La depresión es un síndrome clínico muy frecuente en gerontología, habitualmente infra-diagnosticado. Es un importante problema de salud comunitaria que implica múltiples factores de riesgo.

La exclusión social es una disonancia interpersonal que desestabiliza la calidad de vida de las personas y tiene consecuencias cognitivas, emocionales y físicas negativas que alteran la salud y puede influir a la hora de padecer trastornos como ansiedad, depresión, etc.

Dada la prevalencia de depresión en mayores, hay que tomar conciencia de que nos encontramos frente a un colectivo vulnerable.

El objetivo principal de este estudio es incrementar los conocimientos a través de la realización de una revisión sistemática acerca de la prevalencia de la depresión en personas mayores de 65 años con exclusión social o no.

 

PALABRAS CLAVE

Depresión, ancianos, marginación social.

 

ABSTRACT

Aging leads to the appearance of fragility. Depression is a very frequent clinical syndrome in gerontology, usually under-diagnosed. It is a major community health problem involving multiple risk factors.

Social exclusion is an interpersonal dissonance that destabilizes the quality of life of people and has negative cognitive, emotional and physical consequences that alter health and can influence the suffering of disorders such as anxiety, depression, etc.

Given the prevalence of depression in the elderly, we must be aware that we are dealing with a vulnerable group.

The main objective of this study is to increase knowledge through a systematic review of the prevalence of depression in people over 65 years of age with or without social exclusion.

 

KEY WORDS

Depression, age, marginalization social.

 

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento, en ocasiones, conlleva la aparición de fragilidad. Esto hace que la persona mayor tenga el riesgo de poder desarrollar, empeorar o cronificar efectos negativos para su salud, además de tener riesgo de llegar a la discapacidad o dependencia 1.

La depresión es un síndrome clínico muy frecuente en gerontología, con una elevada tendencia a la cronicidad, que produce alto grado de incapacidad y un aumento significativo de la mortalidad. Es la causa más frecuente de sufrimiento emocional entre las personas mayores, lo que contribuye significativamente a una disminución de la calidad de vida de este colectivo 2,3.

La depresión es una enfermedad que afecta de manera global a la esfera afectiva, psíquica y física. Se caracteriza por una disminución de la respuesta emocional formada por un conjunto de síntomas tales como: tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida. También lo acompañan síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático 4,5,6.

La depresión es un importante problema de salud comunitaria, ya que representa el tercer motivo de consulta en atención primaria, a pesar de encontrarse infra-diagnosticada (Menos del 20% de los casos son diagnosticados y tratados) 7,8,9.

Afecta a 1 de cada 6 personas en la tercera edad y supone una tasa de prevalencia entre el 10% y el 15% en mayores de 65 años, siendo más prevalente en mujeres que en hombres y duplicando su incidencia en personas mayores de entre 70 y 85 años. 3,9,10,11 A excepción de aquellos casos en los que es posible distinguir la presencia de sintomatología depresiva sin que se cumplan los criterios diagnósticos DSM para el establecimiento de un trastorno depresivo (oscila entre un 15% y un 30%)12.

Estudios hablan de que existe una incidencia mínima de 24 casos/1000 Habitantes/año, lo que se traduce en que hay entre 7 y 10 casos nuevos cada año 3.

La depresión es un proceso multifactorial. Su desarrollo en el anciano, depende de factores de riesgo simultáneos. Las personas mayores de 65 años tienen mayor predisposición biológica para desarrollar la enfermedad 3.

Los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de padecer la depresión se clasifican en variables personales, sociales, cognitivas, familiares y genéticas 4.

  • Variables genéticas: Las enfermedades crónicas tanto físicas como mentales aumentan considerablemente el riesgo de padecer depresión, como por ejemplo enfermedad de Alzheimer 3,4,5.
  • Variables familiares: tener antecedentes familiares representa el 39% de la varianza en ambos sexos. Los familiares tanto de primer como de segundo grado tienen el doble de posibilidades de padecer depresión 4,5.
  • Variables cognitivas: Aquellas personas que presentan esquemas negativos, pensamientos automáticos, creencias disfuncionales, distorsiones cognitivas y sesgos atencionales, tienen mayor facilidad en desarrollar la patología y que luego esta se mantenga 4.
  • Variables personales: Una personalidad “neurótica” aumenta el riesgo de padecer depresión en el momento de enfrentarse a situaciones vitales estresantes 5.
  • Variables sociales: Son muchos los factores incluidos en esta variable que aumentan la vulnerabilidad de padecer depresión, desde el estrés crónico o el estado civil, hasta la vivencia de experiencias en las primeras etapas de la vida como una mala relación entre padres e hijos, situaciones de abandono, maltrato y/o abuso. También aumenta la probabilidad de desarrollar la enfermedad vivir en situaciones de pobreza, desempleo y bajo nivel de recursos económicos 4,5.

Para diagnosticar y valorar la gravedad de la depresión es importante evaluar los síntomas que el anciano presenta, además de ver su persistencia 5. Para detectar este trastorno en la práctica clínica, la herramienta más útil es la entrevista.

Los criterios diagnósticos más utilizados son la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud (CIE-10) y los recogidos en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM)4,8.

La depresión en mayores de 65 años es más severa y suele tener mayor número de características melancólicas. A pesar de esto, es difícil diagnosticar el síndrome, debido a que, las escalas miden la apreciación subjetiva de los síntomas y los ancianos aceptan los síntomas depresivos como normales. Tampoco suelen comunicar los síntomas psicológicos y emocionales, al contrario de los somáticos y neurovegetativos que sí los dan a conocer, lo que dificulta el diagnóstico y provoca la confusión en los profesionales, realizando diagnósticos relacionados con trastornos de ansiedad 8,12.

Un síntoma típico en la depresión de las personas de la tercera edad es el afecto depresivo (Desesperanza, ansiedad, anhedonia) pero también lo son el insomnio, la pérdida de apetito, la sintomatología psicótica, quejas de memoria, descuido en el arreglo personal, falta de adherencia al tratamiento y quejas hipocondriacas 8,12.

Para favorecer la recogida de información y complementar la exploración clínica habitual en este grupo de población, es muy útil comenzar utilizando la Escala Geriátrica de Depresión de Yesavage 3.

Tras el cribado de la depresión continúa la evaluación clínica. Para ello es importante, evaluar los antecedentes médicos, realizar una exploración física general y neurológica, practicar un examen del estado mental, realizar exploraciones complementarias básicas y valorar el nivel de repercusión funcional 3.

Los criterios diagnósticos más utilizados como ya hemos hablado con anterioridad son:

  • CIE-10, que clasifica la depresión mayor dentro de los trastornos de humor o afectivos y en la cual se deben identificar 2 de los 3 síntomas típicos de la depresión (Ánimo depresivo, anhedonia y aumento de la fatigabilidad) así como permanecer en el tiempo al menos dos semanas 3,4.
  • DSM-IV: Como ocurre con CIE-10 tiene que tener el suficiente nivel de duración y gravedad. Se necesitan al menos 5 síntomas para que se cumpla el cuadro depresivo mayor donde se subdivide en leve, moderado o grave y entre dos y cinco si se trata de un episodio depresivo menor3,4.

La exclusión social es una disonancia interpersonal, es decir, la carencia tanto individual como grupal, dándose en diferentes campos de la vida como en el trabajo, la familia, amigos, vivienda, etc. Si alguna de estas variables tiene carácter negativo esto desestabiliza la calidad de vida de las personas y tendrá consecuencias cognitivas, emocionales, físicas negativas que llegan a alterar la salud y les hace vulnerables a tener depresión, ansiedad, etc 13.

Hay 8 criterios que miden la exclusión social (ver tabla 1) 14.

La exclusión social es un fenómeno cambiante, relacional, insertado en el marco de transformaciones de la sociedad.

 

JUSTIFICACIÓN

Dada la prevalencia de depresión en ancianos, hay que tomar conciencia de que nos encontramos con un colectivo vulnerable. La existencia o no de exclusión social tiene una relación directa con esta patología. Por ello se destaca la importancia de un abordaje multidisciplinar.

 

OBJETIVOS

Objetivo general: Incrementar los conocimientos a través de la realización de una revisión sistemática acerca de la prevalencia de la depresión en personas mayores de 65 años con exclusión social o no.

Objetivos específicos:

  • Obtener la relación que existe en aquellas personas que tienen exclusión social y depresión frente a aquellas que no tienen exclusión social.

 

METODOLOGÍA

Para la realización del presente trabajo, se llevaron a cabo los siguientes pasos:

En primer lugar, se ha realizado un acotamiento del tema y una exhaustiva búsqueda bibliográfica donde se han seleccionado y analizado los artículos más relevantes.

La revisión bibliográfica se ha elaborado durante los meses de septiembre de 2020, mediante una búsqueda estructurada en las principales Bases de Datos: Pubmed, Dialnet, SciELO y Cochrane (ver tabla 2).

Los criterios de inclusión aplicados han sido artículos publicados en español e inglés, a texto completo, relacionados con la temática de trabajo, de los últimos 10 años.

El proceso ha sido completado con la consulta de libros on-line (Cuidados, aspectos psicológicos y actividad física en relación con la salud, Volumen II), Guías on-line de organismos públicos (“Depresión en el mayor. Manejo y prevención de la depresión en el mayor” “Guía de Práctica Clínica sobre el Manejo de la Depresión en el Adulto” y “Tratamiento de la depresión en Atención Primaria. Guía resumida”) a través de las herramientas que dispone la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza y una búsqueda manual en la OMS.

Finalmente, se han obtenido un total de 510 artículos (134 en Pubmed, 280 de Dialnet, 39 en Scielo y 57 de Cochrane). De estos, se han excluido 484 por no tener las características propuestas y han sido incluidos 26.

 

RESULTADOS

A continuación, se expone un resumen de los resultados obtenidos en los documentos seleccionados que relacionan la depresión con la exclusión social.

  • En el estudio transversal de Canadá se evaluaba la depresión en mujeres con dolor, bajos ingresos y apoyo social inadecuado. Los resultados fueron que el 51% de pacientes con depresión tiene bajos ingresos frente al 29.6% que tienen altos ingresos. (p<0.001)14.
  • El segundo estudio transversal concluía que el 57% de los individuos con depresión no buscaban atención médica, lo que vislumbraba que debería haber programas que aumentaran la disponibilidad de atención para mejorar la salud. En esta investigación, los participantes con ingresos semanales mayores de 4000 presentaban en un 28.3 depresión mientras que, pacientes con ingresos entre 1 y 500 tenían depresión en un 41.7%15.
  • En Turquía, se llegó a la conclusión de que los síntomas depresivos son más prevalentes en adultos rurales con bajos ingresos económicos, aunque, el 88.6% de los participantes no tenían depresión frente al 11.4% que sí presentaban la enfermedad. (p=0.03)16.
  • En 2017, un estudio cuantitativo hablaba de la necesidad que tenían las asociaciones de salud para reducir al mínimo la dependencia. En este caso, con una p=0.019 las personas con ingresos más bajos tenían mayor número de morbilidades y aquellas que tenían más morbilidades, presentaban mayor depresión (p<0.001)17.
  • Un estudio de 509 participantes chinos confirmaba que la prevalencia de síntomas depresivos es más alta en ancianos abandonados en áreas rurales que en la población general china. Los resultados obtenidos mostraron que las personas mayores con menos de 500 yenes, con un 61.8% no tenían depresión frente al 38.82% que sí presentaban la patología. Los participantes con ingresos entre 500 y 1000 yenes tenían depresión en un 24.44% frente al 75.56% que no. Aquellos que tenían ingresos mayores de 1000 no presentaban depresión en el 100% (p=0.020)18
  • En una cohorte de USA se concluía que el estatus socioeconómico era importante en el envejecimiento, afectaba al estado de salud y podría provocar depresión. Cuando se duplica el nivel de ingresos, se reducía un 10% los síntomas de depresión.19.
  • En Madrid mientras, una cohorte afirmaba que ser de clase social media-baja no afectaba en tener o no depresión, sin embargo, ser de clase social media, media-alta y alta si afectaba en el bienestar emocional 20.
  • El octavo artículo revisado, un ensayo clínico aleatorizado, mostraba que el 58% de las personas pobres padecían depresión frente a un 51% de las no pobres, además, un 19% de participantes no pobres padecían depresión mayor frente al 12% de personas pobres. Concluía que, los ancianos con bajos ingresos experimentaron beneficios en el tratamiento de la depresión similares a los ancianos con mayores ingresos 21.
  • Por último, Tuesca Molina R, et al. Hablaba en su estudio de que, un 40% de personas con menor salario eran depresivos frente al 41.70% que no. Un 6.67% que tenían mayores ingresos económicos eran depresivos frente al 12.09% que no lo eran. Concluía que la ausencia de vivienda y bajos ingresos económicos se comportan como factores de riesgo para padecer depresión 22.

 

DISCUSIÓN

Tras analizar la prevalencia de los resultados obtenidos en los artículos estudiados que sí que relacionaban la exclusión social con la depresión, no podemos concluir que exista una relación directa entre bajos salarios y la existencia de patología depresiva. Sin embargo, dentro de los nueve artículos incluidos en la revisión, hay ejemplos que sí que muestran en sus estudios una relación entre la depresión y los bajos ingresos económicos, como son los de Zimmerman et al, donde habla de que cuando el nivel de ingresos se duplica, se asocia a este una disminución del 10% en los síntomas depresivos 20. Anderson et al afirma que aquellos participantes del estudio con ingresos semanales superiores a 4000R tenían un 28,3% de depresión frente al 41,7% de participantes que presentaban depresión teniendo ingresos semanales de entre 1 y 500R20 y, por último, Fuller et al nos dice en su estudio que el 51% de los pacientes con depresión tiene bajos ingresos frente al 29,6% que tiene altos ingresos con una prevalencia significativa del 0.00115.

También habría que destacar el artículo de Ferreira et al, donde muestra una correlación a través de la existencia de mayor morbilidad en personas con bajo salario, siendo esa mayor morbilidad la que lleva a una existencia de mayor depresión 18.

El resto de artículos que relacionan la depresión con la exclusión social recogidos en la metodología nos dicen que no existe relación alguna entre dichos factores.

 

CONCLUSIÓN

PRIMERA: La depresión está altamente relacionada con los factores asociados a la exclusión social, como el bajo nivel económico, crisis emocionales, mínimas redes de apoyo, etc.

SEGUNDA: Algunos de los factores más importantes son los bajos ingresos económicos y el mínimo apoyo social, esto hace que tengan una mayor morbilidad y que tengan más incidencia en depresión, por lo tanto, una mayor demanda en los sistemas de salud.

TERCERA: Hay que trabajar de una manera multidisciplinar desde todos los ámbitos salud (físico, psíquico y social) para prevenir y arreglar la situación por la que están pasando muchas personas en exclusión social y que además tienen depresión. Con el objetivo final de mejorar la calidad de vida.

 

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ANEXOS

 

Tabla 1: Criterios que miden la exclusión social14.

ÁMBITOS CARACTERÍSTICAS
ÁMBITO ECONÓMICO Pobreza, dificultades financieras del hogar…
ÁMBITO SOCIOSANITARIO Mortalidad elevada, malas condiciones de vida, enfermedades, exclusión social…
ÁMBITO RELACIONAL Deterioro redes familiares, escasez de redes próximas…
ÁMBITO POLÍTICO No participación política, no acceso a la ciudadanía…
ÁMBITO ESPACIAL El entorno en el que se crían afecta negativamente al futuro.
ÁMBITO LABORAL Desempleo, subempleos, descalificación y precariedad
ÁMBITO FORMATIVO Desescolarización, analfabetización, niveles formativos bajos…
ÁMBITO VIVIENDA No accesible y/o en malas condiciones.

 

Tabla 2: Búsqueda según la Base de Datos

BASES DE DATOS PALABRAS CLAVE/ MESH
Pubmed “social exclusión” (Title/Abstract)
“depression AND aged” (Title/Abstract)
“depression AND low incomes AND elderly” (Title/Abstract)
“depression AND low incomes” (Title/Abstract)
Dialnet “exclusión social” AND “depresión”
“depresión” AND “anciano”
“depresión” AND “bajos ingresos” AND “anciano”
SciELO “envejecimiento” AND “fragilidad”
“depression” AND “aged”
“clase social” AND “depresión “
“depresión” AND “economía”
Cochrane “trastorno depresivo”
“depresión” AND “personas mayores”
“depresión” AND “bajo ingreso”

 

 

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